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El Monasterio de San Esteban de Ribas del Sil se encuentra en el municipio de Nogueira de Ramuín, a la orilla izquierda del río Sil, en la provincia de Orense, una de las cuatro que tiene Galicia. Desde el año 2004 es un Parador de Turismo.
GPS: 42.417222, -7.685556

Según la más antigua tradición, San Esteban fue fundado por San Martín de Dumio (520 - 579) en el siglo VI. Fue uno de los monasterios más importantes de la Ribeira Sacra durante la Edad Media, como lo demuestran los vestigios de las vías de comunicación que se conservan. Cuenta la historia que en los siglos X y XI nueve obispos llegan al monasterio después de renunciar a sus sedes episcopales y decidieron enclaustrarse allí al final de sus vidas en búsqueda de un entorno de paz, eran Ansurio y Vimarasio, de Orense; Gonzalo Osorio y Froalengo, de Coimbra; Servando, Viliulfo y Pelayo, de Iria; Alfonso, de Astorga y Orense; y Pedro, del que no se conoce su diócesis. Sus restos permanecieron en el monasterio y sus nueve mitras fueron incorporadas al escudo del monasterio. Alrededor de la figura de los obispos, comienza la asociación de sus anillos guardados en un cofre de plata con hechos milagrosos, entre los que se cuenta que concedían la vista a personas ciegas. Aun cuando solo fueron localizados cuatro de los nueve anillos, la fe comienza a desplegarse por esos parajes y se convierte el monasterio en un sitio de culto donde los peregrinos cultivan la oración desde aquellos tiempos hasta hoy.


La fachada del monasterio fue reformada a mediados del siglo XVIII. Lo más destacado es su portada, articulada por medio de tres calles. En la central hay un vano adintelado y un frontón partido sobre el que se abre un balcón.
Las calles laterales se delimitan por medio de dos columnas de orden toscano, que acogen entre ellas una hornacina con una figura escultórica de San Vicente abad y San Benito, y los escudos de la congregación de San Benito de Valladolid y del monasterio de San Esteban, con las mitras de los nueve obispos. La portada se remata con un entablamento, que culmina en un escudo imperial de Carlos V con un águila bicéfala.
Al cruzar la entrada nos encontraremos con el claustro de la portería, también llamado claustro de los cabaleiros. Se trata de una obra realizada entre los siglos XVI y XVII por el maestro vizcaíno Diego de Isla. Tiene una planta rectangular y tres alturas. Las cuatro pandas del nivel inferior se articulan por medio de arcos de medio punto apoyados sobre columnas con una decoración sobria. Tenía hasta hace poco una fuente en el centro.
La iglesia, verdadero tesoro de estilo románico, se comenzó a construir en el año 1183, tal y como indica la inscripción en el fuste de una columna de la cabecera, pero, tras detener las obras en el siglo XIII, no se terminó hasta el siglo XV cuando se incorporó el monasterio a la Congregación de Valladolid, realizándose los últimos tramos de la nave. Toda la construcción está realizada con sillares de granito.
La fachada principal está enmarcada por dos torres prismáticas construidas a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII con campanas, rematadas por balcones corridos y tejados piramidales. Dos grandes contrafuertes románicos flanquean la portada, sobre la que se ubica un óculo (en algún tiempo se ubicó en él un reloj) que, junto al que se halla en el ábside, iluminan el interior. Sobre él hay una hornacina rematada con una cruz en la que hay una figura de San Esteban. El enmarque de la puerta es del último tercio del siglo XVIII.
A la izquierda, nada más pasar la entrada, podemos ver la pila bautismal y a la derecha otra pila más pequeña donde se encuentra el agua bendita y unas curiosas cajas para limosnas.
La nave está cubierta por una bóveda de crucería, que sustituyó en el siglo XVI a la original techumbre de madera. Encima del retablo mayor se encuentra un rosetón que permite entrar la luz al interior. No me gusta la separación con una reja de hierro de moderna fabricación que no deja apreciar la belleza de estas joyas. Dicen en la entrada que es para proteger el patrimonio, pero si cobran 2 € por la visita, bien pueden proteger este patrimonio dentro de urnas de cristal y eliminar esa reja.
En el interior, destaca el retablo mayor, obra que fue encargada, el 21 de abril de 1593, al escultor leonés, afincado en Galicia, Juan de Angés el Mozo y al pintor Manuel de Arnao.
El retablo del altar mayor consta de predela (banco) y cuatro cuerpos distribuidos en cinco calles. En la predela o parte inferior, aparecen los evangelistas y los santos Plácido, Mauro, Bernardo, Escolástica, Gertrudis y Lucía.
En el primer cuerpo se sitúa en la calle central el hueco para sagrario que ha sido sustituido por un crucifijo, las hornacinas calles de los extremos están ocupadas por las figuras de san Benito y san Gregorio Magno y en las calles intermedias hay dos relieves con sendas flagelaciones de mártires que no han sido identificados al carecer de atributos, aunque según hipótesis de algunos autores podría tratarse de san Vicente y santa Cristina en referencia a los dos monasterios que fueron asociadas al de San Esteban poco antes de la construcción del retablo.
A los lados de la nave se encuentran unos retablos renacentistas, obras de Juan de Angés, combinados con otros barrocos de autoría desconocida.



Otra pieza de gran interés y única en España que no se puede apreciar bien por la citada reja es una talla realizada en una pieza pentagonal en piedra datada en el siglo XII, que representa a Jesucristo y los doce apóstoles y que fue encontrada en uno de los muros del claustro Grande o de los Caballeros. Está labrada por ambas caras y se especula que pueda ser el frontal de un altar o parte de tímpano (tiene una forma que es común en otros tímpanos gallegos). En ambas caras muestra una arquería románica sobre las que se posan las figuras representadas. En una de las caras aparece Cristo en el centro sin más compañía, en la otra aparece flanqueado por los apóstoles. Cristo está coronado con nimbo crucífero (un halo de luz con una cruz inscrita), portando una cruz y bendiciendo. A su derecha está la figura de Pedro que porta las llaves y los evangelios, seguida de la de Santiago con cuatro conchas de vieira y otras cuatro figuras con báculos y evangelios que no se han identificado. A la izquierda de Cristo están Pablo, con báculo en la mano derecha y filacteria en la izquierda, quizá San Juan, por su aspecto joven, y otros cuatro apóstoles no identificados.



Durante las labores de restauración de la iglesia llevadas a cabo en la primavera del año 2021, se hallaron, al retirar los muebles relicarios donde se ubicaban las urnas con los restos de los obispos, una área de colorida policromía. Las catas realizadas en otras áreas del templo encontraron seis pinturas murales que podrían datarse del siglo XV al XVI, realizadas, posiblemente, con la técnica de pintura mezzo fresco. Las pinturas están cubiertas con hasta siete capas de cal. Representan el rostro de un posible monje, un ave, un escudo que simula está manchado con restos de sangre tras una hipotética batalla, detalles florales... Todos ellos son signos de una pintura mural mucho más extensa.
El órgano se encuentra en el lateral izquierdo de la iglesia, encima del retablo de la Virgen del Carmen, data del siglo XVIII, de estilo barroco; sorprende por el color y la policromía. Allí figura también el escudo de las nueve mitras.
La sillería del coro alto es obra del mismo artista que el Retablo Mayor, Juan de Angés, en el siglo XVI. Este artista realizó diferentes intervenciones en la Iglesia de San Esteban de Ribas de Sil, ya que el púlpito y los tornavoces también son obras suyas de la misma época, finales del siglo XVI. Después del siglo XIX y debido a las desamortizaciones, muchos de los sitiales de la sillería que formarían el coro alto desaparecerían, conservándose tan solo diez sitiales. Se cree que este complejo de sitiales estaría formado por muchos más, acomodado al número de monjes. Estarían colocados en dos alturas con un acceso para la segunda.

Tan solo se conservan diez sitiales, pero se mantienen seis tableros en los que se representan diferentes imágenes femeninas y masculinas, la naturaleza, la fauna y la flora, aludiendo todas ellas a la denuncia de artes viciosas, como la lujuria, el pecado y el vicio. En los tableros centrales se representa el escudo del monasterio, las 9 mitras, que hace memoria de los santos obispos retirados y enterrados en el monasterio.

Junto al monasterio y separado del mismo para evitar los incendios, existían unos hornos del siglo XVI. Era un edificio grande que tenía un pasillo cubierto que comunicaba con el monasterio. Tenía 3 hornos, dos de ellos de gran tamaño, y una gran chimenea o lareira donde se calentaba el agua para la elaboración del pan. Esta panadería estuvo en funcionamiento durante más de un siglo, ya que el convento albergaba en esa época un colegio en su claustro grande y contaba con más de ochenta bocas que alimentar, entre monjes y estudiantes. Además, elaboraba pan para los monasterios de Santa Cristina de Ribas de Sil —en el actual municipio de Parada de Sil— y San Vicente de Pombeiro, en Pantón, en la otra orilla del río.


Las ruinas de la casa de la panadería se encuentran en un bosque de robles situado en el entorno inmediato del edificio del monasterio y se accede por la cafetería del parador. Todavía se mantienen en pie una monumental chimenea o lareira y tres hornos, a pesar de los desperfectos causados por el abandono.