jueves, 25 de agosto de 2022

Alhambra de Granada

 

Imagen del Albayzín y el Sacromonte

Los primeros pobladores árabes llegaron a Gibraltar en el año 711 y ocuparon toda la Península Ibérica, excepto la región montañosa de Cantabria en el norte. Estuvieron hasta el año 1.492 y dejaron un legado muy importante en la cultura, en la ciencia, matemáticas, etc. Fundaron ciudades como Granada y Córdoba.

Imagen de la Entrada de la Alhambra

Hemos visitado la Alhambra de Granada, para mí es la segunda vez y sigo maravillándome con lo que veo. Las ciudades palatinas son construcciones llevadas a cabo por los gobernantes para a través de ellas hacer propaganda de su poder, de su influencia, de su riqueza y de su buen gusto, pues suelen ser concebidas como lugares idílicos en los que cualquier persona desearía vivir. Además, estos “paraísos arquitectónicos” perduran en la memoria, haciendo que la persona que mandó construirlos pase a la historia y no sea olvidado. Y La Alhambra fue ciudad palatina, Casa Real cristiana, Capitanía General del reino de Granada y fortaleza militar hasta llegar a su declaración como monumento nacional en 1.870.

Imagen del Albayzín y las torres

Granada fue la capital del reino nazarí, en el siglo IX había algunas construcciones en la colina de la Sabika, mismo lugar donde luego se levantaría la Alhambra. Después de la guerra civil del califato de Córdoba, la capital se traslada de Elvira a Granada con el Reino de Taifa granadino de los Ziríes. Estos establecen su corte en la Alcazaba Cadima o Vieja, situada en el barrio del Albayzín. A sus faldas existía un núcleo de población importante, fundamentalmente judía, en torno al cual se produce el desarrollo de la ciudad de Granada. El primer ministro, Samuel ibn Nagrella, reconstruye las abandonadas edificaciones de la colina de la Sabika e instala en ella su Palacio.

Imagen de la Plaza de los Aljibes y Alcazaba

En el siglo XII, las sucesivas oleadas de Almorávides y Almohades, ocasionan en Granada diversas luchas que tienen como escenario la Alcazaba del Albayzín y las construcciones que existían en la colina de la Sabika, sirviendo esta de refugio unas veces a los partidarios locales andalusíes y otras a los invasores norte africanos. Al-Ahmar, fundador de la Dinastía nazarí, se instala en 1.238 en la Antigua Alcazaba del Albayzín, llamándole la atención las ruinas de la colina de la Alhambra. Decide así iniciar su reconstrucción e instalar en ella la sede de la corte, comenzando la edificación de la Alhambra que hoy conocemos.

Torre de la Cautiva, Torre del Cadí y Torre de los Picos

La Alhambra fue palacio, ciudadela y fortaleza, residencia de los sultanes nazaríes y de los altos funcionarios, servidores de la corte y de soldados de élite; alcanza su esplendor en la segunda mitad del siglo XIV, coincidiendo con los sultanatos de Yusuf I (1.333-1.354) y el segundo reinado de Muhammad V (1.362-1.391). Granada, capital del reino nazarí, va recibiendo paulatinamente poblaciones musulmanas a causa del avance de la conquista cristiana. La ciudad va creciendo, modificándose, creando nuevos barrios y ampliando las cercas y murallas prácticamente hasta su conquista al final del siglo XV.

Fuente en los Jardines del Generalife

Después de 1.492, la Alhambra quedó establecida como Casa Real con jurisdicción exenta a cargo del Conde de Tendilla. Los Reyes Católicos ordenaron intensas reparaciones, sirviéndose en gran medida de artesanos moriscos. El Emperador Carlos V decide, en 1.526, la construcción del palacio que lleva su nombre, junto a otras construcciones muy significativas de gusto renacentista romano. La casa de Austria continuó desde Felipe II (1.556-1.598) y sus sucesores al cargo de la conservación de la Alhambra, admirada por humanistas y artistas como Andrea Navaggiero (1.524), embajador de Venecia en la Corte de Carlos V. En las primeras décadas del siglo XVIII, Felipe V (1.700-1.746) desposee de la alcaldía al Marqués de Mondéjar, heredero del Conde de Tendilla, comenzando una etapa de abandono prácticamente hasta el reinado de Carlos IV (1.788-1.808).

Placa en la Alcazaba en honor a José García

La ocupación napoleónica supuso un episodio negativo para la Alhambra, por la voladura en 1.812, al retirarse el ejército francés. Solo el arrojo de un soldado español pudo evitar casi su total destrucción. Se llamaba José García y tiene una placa a la entrada de las torres. A una etapa de reivindicaciones acerca del estado del monumento, secundadas activamente por Washington Irving (1.783-1.859) se suma un creciente interés de la sociedad por los jardines de la Alhambra y el orientalismo que evoca en el imaginario romántico, muy bien reflejado en las artes plásticas del momento. Con la revolución de 1.868, la Alhambra queda desligada de la Corona y pasa al dominio del Estado, declarándose en 1.870 “Monumento Nacional”.

Entrada al Palacio del Generalife

La Alcazaba es el lugar más antiguo de la Alhambra. Los almorávides realizan en el siglo XII algunas obras y adaptaciones en la Alcazaba. A partir del siglo XIII los nazaríes dan a la Alcazaba su actual fisonomía, añadiéndole grandes torres: la Vela en el oeste y las del Homenaje, Quebrada y Adarguero en la zona este. Todo el recinto queda enmarcado en otro exterior con una calle de ronda y el importante acceso por la Puerta de las Armas. Desde entonces se inicia la cerca y fortificación de todo el perímetro de la Alhambra con su muralla y el añadido a intervalos de algunas torres y puertas por su perímetro. Definida la estructura de intramuros, se edifican los primeros palacios. Un amplio mexuar con patios anteriores precede al desaparecido Palacio de Isma’il. El Generalife y el núcleo fundamental del Palacio del Partal, de las más antiguas construcciones nazaríes subsistentes, van perfilando ya un espacio áulico abierto hacia la ciudad y concebido como un área palacial de edificios, recintos y jardines.

Patio de Los Arrayanes

Sobre parte de edificaciones anteriores, añadiendo y modificando estructuras, Yusuf I se convierte en el primer gran constructor de la Alhambra. Aunque no lo verá terminado, edifica el Palacio de Comares, además de las grandes Puertas de la Justicia y Siete Suelos, junto a otras muchas construcciones y decoraciones de la Alhambra. En la primera mitad del siglo XIV se van añadiendo la Mezquita, la Rauda, la Madraza y los Palacios de San Francisco y Abencerrajes.

Patio de los Leones

En la segunda mitad del siglo XIV se produce una gran modificación de la estructura interna de la Alhambra. Coincide con el segundo mandato de Muhamnad V, en el periodo más fecundo para los nazaríes, quien decora y redecora la mayoría de los espacios que hoy vemos. Su gran construcción, el Palacio de los Leones, rompe con el esquema arquitectónico habitual, aportando nuevos conceptos estéticos y formales que también se reflejarán en la administración del Estado y los asuntos de la Corte.

 

Palacio de Carlos V

La última y más radical transformación de la Alhambra se produce tras la conquista. Nuevos conceptos imponen nuevos usos con importantes modificaciones en edificios y elementos urbanos. El principal de ellos es sin duda el Palacio de Carlos V que, aunque sin haberse nunca terminado, añade un nuevo volumen a los edificios de la Alhambra, insertándose, como sus antecesores, como un espacio más. En su interior se encuentra el Museo de Bellas Artes de Granada y desde 1994, el Museo de la Alhambra.

Iglesia de Santa María de la Encarnación y Palacio de Carlos V

En el siglo XVI se añade a la Alcazaba el antemuro al este con la torre circular del Cubo y a sus pies el gran aljibe de Tendilla. En el siglo XVII se realiza el Jardín de los Adarves, entre los muros meridionales. Los Patios de Lindaraja y la Reja, la Iglesia de Santa María, el Convento de San Francisco, el Pilar de Carlos V, son algunas de las aportaciones que recibe la Alhambra y que contribuyen a crear su rica estratificación cultural.

Jardines del Generalife

Antes de llegar al Palacio del Generalife encontramos unos jardines con flores y estanques de construcción moderna, de 1.931 – 1.952, en los que el Patronato de la Alhambra trabaja diariamente para obtener lo mejor de las plantas, bien sean ornamentales o de olor. Desde este parque se obtiene hermosas vistas de las Huertas nazaríes. En esta zona nos encontramos el Auditorio del Generalife, cuyo escenario entre cipreses atrae a grandes ballets y compañías de danza durante el Festival Internacional de Música y Danza en las noches de verano granadinas.

Torres y Huertas nazaríes

Torres y Huertas nazaríes

La vid es un cultivo muy antiguo y preciado, originado en Oriente Medio y transmitido de generación en generación por el pueblo árabe bajo el nombre de -karm-. Un carmen es una finca privada, dotada de un huerto selecto con frutales y arcadas cubiertas de parras, que representaba la opulencia de la familia residente. La documentación histórica, tanto textual como gráfica, señalan la presencia del cultivo de la vid en las Huertas de diversas formas. El Patronato de la Alhambra y Generalife está trabajando para recuperar esos sistemas de cultivo, establecer los emplazamientos idóneos para su reinstalación, seleccionando para ello las variedades más coherentes con la naturaleza y usos de este cultivo en el contexto geográfico e histórico adecuado integrando esas formas de cultivo en el paisaje de las Huertas. En 2.018 las Huertas de cientos de años ofrecieron una cosecha de unos 2.400 kilos de habas, berenjenas, calabacín, calabazas, tomates, granadas y patatas, alimentos que se destinan a entidades con fines sociales.

Patio de las Caballerizas del Generalife

Torre de Ismail

El Generalife de se encuentra sobre la colina conocida como Cerro del Sol, colindante con la Alhambra, que a su vez se encuentra sobre otra colina llamada la Sabika. El nombre Generalife viene del término Yannat al-Arif que significa Jardín del Arquitecto. Esta almunia cerca de la Alhambra era propiedad del sultán. La almunia era la casa de campo andalusí, que solía estar rodeada de jardines y de tierras de cultivo. En las familias nobles la almunia era la finca de recreo donde iban a descansar temporalmente. El Generalife se estructuró en cuatro huertas que se adaptaban al terreno en bancales, una zona residencial y una dehesa que rodeaba la finca. Nada más entrar cruzamos el Patio de las Caballerizas y subimos por una escalera al Patio de la Guardia, donde vemos sobre una escalinata una pequeña portada, detrás de otra escalera nos lleva a la zona doméstica, residencia de verano del sultán.

Fuentes del Patio de la Acequia

Fuentes del Patio de la Acequia

El Generalife era la residencia de verano de los sultanes de la Alhambra. Hoy en día es un conjunto de jardines históricos de varias épocas y sus construcciones palaciegas, algunas de la época nazarí. En el Generalife también encontramos acequias importantes, como la Acequia Real, murallas y torres defensivas de época medieval. El Generalife de Granada es la única muestra que queda para hacernos una idea de cómo eran los jardines hispanomusulmanes. Los jardines del Generalife y la Alhambra son los más antiguos que existen en Europa.

Vista desde el Generalife

Mirador central del Palacio del Generalife

Palacio del Generalife

En época cristiana los jardines fueron remodelados y adaptados al gusto de los Reyes Católicos.

Palacio del Generalife

Palacio del Generalife

Con el paso del tiempo se fueron añadiendo otros jardines más acordes con las modas del momento hasta llegar a los más recientes que datan del siglo XIX. En 1.492, con la Toma de Granada, los Reyes Católicos nombran un alcalde para el cuidado y explotación del Generalife. Más tarde, en 1.631 se convierte en herencia de la familia Granada Venegas y no será hasta 1.921 cuando el Generalife se convierta, por fin, en propiedad del Estado.

Fuentes del Patio de la Acequia

Este palacio de origen almohade data de los siglos XII y XIII, aunque la gran transformación del Palacio del Generalife es obra de Muhammad III (1.302-1.309) quien construyó el Patio de la Acequia. El Palacio del Generalife se distribuye en torno a este maravilloso patio, que le sirve como eje. Este mundialmente conocido patio, fotografiado tantas veces por los impresionados visitantes, mide 49 metros de largo por 13 de ancho y en su eje central discurre la Acequia Real. En época nazarí la acequia no tenía esos surtidores simétricos en los que salta el agua de lado a lado. Estos fueron añadidos en el siglo XIX. En época de los Reyes Católicos se rebajó el muro occidental y se abrieron arcos en la galería. Con ellos se perdió el carácter de patio interior que tenía en sus orígenes.

Mirador central del Palacio del Generalife

Mirador central del Palacio del Generalife

El precioso Mirador de la Acequia es la única abertura original que había en el patio.

Patio del Ciprés de la Sultana

Patio del Ciprés de la Sultana

Azulejo en el Patio del Ciprés de la Sultana

Atravesando la alcoba lateral de la Sala Regia se asciende, al nivel de un corredor abierto, al denominado Patio del Ciprés de la Sultana. La edificación porticada data de 1.584, frente a la que se desarrolla un intimista patio ajardinado de gusto barroco. Originalmente, todo el espacio estaba ocupado por el baño del Palacio, del que no ha quedado aparentemente nada, excepto tal vez, la entrada del caudal de agua de la acequia que debió abastecerlo antes de continuar al patio contiguo y que puede observarse en forma de cascada a través del hueco en el muro lateral. En el centro se encuentra una alberca con dibujo en planta en forma de «U», en cuyo centro se dispuso, en el siglo XIX, otra más pequeña de la que sobresale una fuentecilla de piedra.

Patio del Ciprés de la Sultana

Palacio del Generalife

Este patio tiene un estanque central rodeado por setos de arrayán y en el centro del estanque existe otro pequeño estanque con una fuente de piedra. El patio recibe su nombre de los viejos cipreses que encontramos en los cenadores, el más famoso de los cuales es el Ciprés de la Sultana, en el que, según la leyenda que recogió el novelista renacentista Ginés Pérez de Hita en 1.525, bajo este ciprés se daban citas amorosas entre Morayma, esposa de Boabdil, y un noble caballero abencerraje, lo que desencadenó finalmente la muerte de los señores de esta noble tribu, que fueron degollados.

Palacio del Generalife

Vista desde el Palacio del Generalife

A través de una escalinata de piedra del siglo XIX con pórtico y dos leones de cerámica vidriada granadina, se llega a la parte alta de los jardines, que se extienden desde el cerro del Sol hasta el camino del Rey Chico, jardines colgantes que van desde simples huertas hasta macizos de arrayán, bojes recortados o cipreses centenarios.

Murallas y torres

Murallas y torres

Convento de San Francisco

Siguiendo la calle Real de la Alhambra podemos ver las murallas y las torres y a nuestra derecha, entre cipreses moldeados, el Convento de San Francisco, que hoy es el Parador de Turismo de Granada. Fue erigido en 1.495 y también el primer convento fundado en la ciudad tras la toma de Granada. Los Reyes Católicos cedieron parte de las posesiones de la Alhambra para que la orden franciscana levantase allí un cenobio. Los monjes adaptaron según sus necesidades el antiguo palacio nazarí, que Muhammad III había construido a principios del siglo XIV. El edificio árabe era de una sola planta, tenía dos puertas de acceso y estaba constituido por un patio alargado, atravesado por una acequia descubierta, pórticos en los extremos y un mirador en el eje central.

Iglesia de Santa María de la Encarnación

Siguiendo esta calle llegaremos a la Iglesia de Santa María de la Encarnación o de Santa María de la Alhambra, a nuestra derecha, terminada a principios del siglo XVII sobre el solar de la Mezquita Mayor y su baño, este último conservado parcialmente en la casa donde nació y vivió el músico Ángel Barrios, hoy museo evocador de su figura y del ambiente intelectual del primer tercio del siglo XX. Las obras del templo se realizaron entre 1.581 y 1.618, completadas por el arquitecto Ambrosio de Vico siguiendo trazas de Juan de Herrera y Juan de Orea, aunque con fábricas muy humildes en comparación con los proyectos iniciales.

Palacio de Carlos V

Relieves de la fachada del  Palacio de Carlos V

Facha de del  Palacio de Carlos V

Ahora nos encontramos con el Palacio de Carlos V. El emperador necesitaba un lugar que reuniese todas las comodidades de la época para él y su familia, ya que el Alcázar, que era su residencia de verano, no cubría sus necesidades. Ordenó la construcción del palacio junto a la Alhambra para poder disfrutar de sus maravillas. El arquitecto encargado de la obra fue Pedro Machuca, un enamorado del renacimiento de acreditada experiencia. La construcción del palacio comenzó en 1.527 y financió en su totalidad en 1.957. La construcción pasó por varias etapas, falta de fondos, sublevaciones que pararon las obras, etcétera. Los techos llegaron a hundirse por abandono. El palacio es cuadrado, con una fachada principal de 63 metros de ancho por 17 metros de alto. Destaca su patio circular en el centro, único en su estilo y la obra más destacada del renacimiento en España. Solo están decoradas las fachadas sur y oeste en su totalidad. La norte y este solo en parte, debido a que el edificio está unido al Alcázar de la Alhambra. La fachada orientada a occidente es de orden dórico y decorada con relieves de victorias militares.

Puerta del Vino

Puerta del Vino

Puerta del Vino

Por la Puerta del Vino accedemos a la Plaza de Los Ajibes. Esta puerta mantiene una función semejante a la que tuvo en la época nazarí. Es la Puerta principal de acceso a la Medina de la Alhambra, la que encierra, dentro del común recinto amurallado de la fortaleza, el sector residencial y artesano al servicio de la corte. Al ser puerta interior, su acceso es directo, a diferencia de las puertas exteriores que debían estar más protegidas y eran construidas en recodo. No obstante, en su ámbito interior conserva el espacio necesario y los bancos para la guardia que controlaba el paso. Estructuralmente, es uno de los edificios más antiguos de la Alhambra nazarí, siendo atribuida su edificación a la época del Sultán Muhammad III (1.302-1.309), aunque la decoración de sus dos fachadas corresponde a épocas diferentes. Concretamente, la portada de poniente, labrada en piedra arenisca, debe pertenecer a finales del siglo XIII o principios del siglo XIV, aunque la lápida que figura sobre el dintel del arco menciona al Sultán Muhammad V que gobernó en la segunda mitad del siglo XIV. Esta fachada de poniente era la exterior, por lo que sobre la clave del arco aparece la tradicional llave simbólica. La portada interior, la de levante, aún siguiendo un esquema semejante, fue decorada en época del segundo mandato del Sultán Muhammad V, concretamente después de 1.367, fecha de las campañas militares de Jaén, Baeza y Úbeda. Destacan de su decoración las delicadas albanegas del arco, realizadas en azulejos de cuerda seca, la composición en yesería que enmarca la ventana de la planta superior y los restos de pintura policromada que se conservan a la derecha del arco.

Plaza de los Aljibes y Alcazaba

Plaza de los Aljibes y Alcazaba

El nombre de la Plaza de Los Ajibes proviene de unos aljibes (cisternas árabes para almacenar agua) que construyó el Conde de Tendilla en 1.494 en el barranco que separa la Alcazaba y los palacios. Estos aljibes, de 34 metros de largo, 6 de ancho y 8 de alto, se convirtieron posteriormente en la plaza actual al soterrarlos junto con las calles y las plazas circundantes. La plaza forma una extensa explanada entre las torres y las defensas de la Alhambra por un lado, y por otro por la Puerta del Vino y los Palacios árabes y el Palacio de Carlos V, que nos muestra unas espléndidas vistas de la ciudad, el Albaicín y el Sacromonte. En 1.955, se realizaron unas excavaciones que descubrieron la plaza medieval.

Vista del  Albayzín desde la Alcazaba

Torre de la Vela

Torre de la Vela desde la Plaza de Armas

La Alcazaba es, junto con Torres Bermejas, la parte más antigua de la Alhambra. Se piensa que antes de su construcción y la llegada de los musulmanes a Granada existieron diversas edificaciones en la misma zona. La primera noticia que tenemos de la existencia de la Alcazaba granadina data del siglo IX, en el que se supone que fue construida por Sawwar ben Hamdun durante la lucha entre árabes y muladíes. El conjunto actual se lo debemos a Mohamed I, quien amuralló el anterior castillo, levantó defensas, tres nuevas torres (la Quebrada, la del Homenaje y la de la Vela), con lo que convirtió a la Alcazaba en una auténtica fortaleza, donde el monarca establecería la residencia real, función que conservó en el reinado de su hijo Mohamed II hasta que los palacios fueron terminados. A partir de entonces quedó como fortaleza de índole puramente militar. Posteriormente, con la llegada de los cristianos, se realizaron grandes reparaciones en la Alcazaba. En diferentes épocas, durante largos periodos de tiempo, se convirtió en prisión del Estado, incluso durante la ocupación francesa. Al igual que la Alhambra, la Alcazaba estuvo abandonada y descuidada completamente durante mucho tiempo, pero a diferencia de aquella, no fue hasta finales del siglo XIX y comienzos del XX cuando se comenzaron los trabajos de restauración, exploración y saneamiento.

Baños dentro de la Alcazaba

Vista del Albayzín desde la Alcazaba

Vista del Albayzín y Sacromonte desde la Alcazaba

La Alcazaba de la Alhambra, como recinto integrado en otro mayor, era un área residencial para la guarnición de élite al servicio del Sultán, para la vigilancia y control permanente de la ciudad palatina, que actualmente se conoce con el nombre de Barrio Castrense. De hecho, es una pequeña ciudad, con una estructura urbana semejante a la de cualquier barrio de una población hispano-musulmana. Una estrecha calle recorre todo el recinto, separándolo en dos espacios diferenciados. Al norte se apiñan muros y pavimentos de forma irregular que corresponden a varias casas de diferente tamaño, pero idéntica estructura: son las viviendas de la guardia de élite que residía en el recinto, incluso con sus propias familias. Al otro lado, muros de semejantes características a los de las casas, pero con una distribución más homogénea y regular, con patios más amplios a cielo abierto, posiblemente testimonian la presencia de almacenes o de espacios para la tropa.

El Mexuar en los Palacios Nazaríes

Ahora a través del Patio de Machuca accedemos a los Palacios Nazaríes que eran el conjunto de palacios residencia de los reyes de Granada. Lo empieza a construir el fundador de la dinastía, Alhamar, en el s. XIII, aunque las edificaciones que han pervivido hasta nuestros días datan, principalmente, del s. XIV. Estos palacios encierran entre sus muros el refinamiento y la delicadeza de los últimos gobernadores hispano-árabes de Al Andalus, los Nazaríes. Tres palacios forman este recinto: El Mexuar, El Palacio de Comares, o de Yusuf I y el Palacio de los Leones, o de Mohammed V.

El Mexuar en los Palacios Nazaríes

Adornos de una columna del Mexuar

El Mexuar debe su nombre al término árabe Maswar, lugar donde se reunía la Sura o Consejo de Ministros. También era el lugar o la antesala donde el Sultán impartía justicia. Esta estancia debió pertenecer a una estructura anterior al Palacio de Comares y al de Los Leones, probablemente al construido por Isma’il I (1.314-1.325) y ha sufrido numerosas transformaciones. La decoración fue adaptada por Yusuf I (1.333-1.354) y posteriormente por Muhammad V en su segundo mandato (1.362-1.391), ambos responsables respectivamente de los dos Palacios de la Alhambra que mejor se han conservado. Originalmente, tenía un cuerpo central de linterna que le servía de iluminación cenital y de la que solo subsisten las cuatro columnas y sus entablamentos. En el siglo XVI se modifica todo el espacio para añadirle una planta superior y transformarlo en Capilla. Entre las radicales modificaciones de la sala destaca por su curiosidad la del friso epigráfico de yesería que discurre por encima del zócalo alicatado. Procedente del desaparecido Pórtico del Patio de Machuca, se colocó en el Mexuar por artesanos moriscos, en lugar de las típicas almenillas, con una clara intención simbólica: «El Reino es de Dios. La fuerza es de Dios. La Gloria es de Dios». Esta inscripción venía a reemplazar a las jaculatorias cristianas: «Christus regnat. Christus vincit. Christus imperat».

Columnas y artesonado del techo

Galería de Machuca

A lo largo del día todo buen musulmán debe realizar cinco oraciones. Para ello cualquier lugar es adecuado, aunque existen en las medinas, mezquitas y oratorios a disposición del creyente. En la Alhambra, además de la mezquita principal, existen varios oratorios pequeños para uso del Sultán, su familia y la corte. A este oratorio se accedía originalmente por la galería de Machuca. El nivel del suelo estaba situado a la altura del poyete junto a las ventanas y fue rebajado el pasado siglo para facilitar su visita. Las ventanas permitían al creyente, sentado en el suelo y con el brazo apoyado en el alféizar, divisar el paisaje y meditar sobre la grandeza de la naturaleza y la creación divina. La explosión de un polvorín en 1590 arruinó toda la estancia, que fue restaurada en 1917. Las inscripciones contienen una cita del Corán y laudatorios de Muhammad V, entre otras. Entre ellas se lee: “Ven a la oración. No seas de los negligentes”.

Sala de la Barca

Entrada a la Sala de la Barca

La Sala de la Barca es la antesala del espacio más importante del Palacio de Comares, su denominación puede derivar de la forma de su bóveda semicilíndrica, semejante al casco de un barco invertido, o tal vez de la palabra árabe al-baraka (la bendición), repetida insistentemente en las yeserías de sus muros. A finales del siglo XVI fue necesario repintar el techo, por lo que también se la conocía hasta épocas recientes como Sala Dorada. La forma y dimensiones del techo lo convierten en un ejemplar extraño y único. El original quedó casi totalmente destruido a consecuencia de un incendio el 15 de septiembre de 1.890, finalizando su restauración en junio de 1.965, a partir de dibujos, fotografías y piezas salvadas.

Patio de Los Arrayanes

Patio de Los Arrayanes

Patio de Los Arrayanes

Patio de Los Arrayanes

Ahora accedemos al Patio de Comares o de Los Arrayanes. Toma su nombre de los grandes macizos de esta planta, también llamada mirto, que bordean la alberca en sus lados mayores. Originalmente, estos espacios ajardinados eran mucho más bajos y probablemente con mayor variedad de árboles enanos, para que sus copas no sobresalieran en exceso. La alberca juega un papel importantísimo en la definición arquitectónica y estética del lugar pues, con su lámina de agua, que actúa como un espejo, refleja las estructuras dándoles una proyección geométrica que rompe la excesiva horizontalidad del espacio. El patio siempre estuvo pavimentado con grandes losas de mármol blanco, aunque a finales del siglo XVI consta que se amplió su solería, por lo que originalmente pudo estar reducida a unos andenes.

Palacio de los Leones

Sala de los Mocárabes

Sala de los Mocárabes

Detalle de escritura árabe que se repite mucho “Sólo Dios es Vencedor”

Sala de los Mocárabes

El Palacio de los Leones se estructura en torno a dos núcleos de vivienda y dos espacios de representación, ambivalentes. De estos últimos, el primero en reconocerse es la Sala de los Mocárabes, que debió servir de habitación vestibular o de recepción, al encontrarse próxima a la entrada principal del Palacio. A ella se accede por tres grandes arcos de mocárabes, ricamente decorados, que le sirven de iluminación y aireación, además de permitir desde el interior una bella perspectiva del patio. Su denominación procede de la bóveda que originalmente cubrió la estancia. Esta bóveda debió ser de una extraordinaria riqueza decorativa y que, dada su fragilidad material, el yeso, sufrió de manera irreparable las consecuencias de la explosión de un cercano polvorín en 1.590, siendo derribada y sustituida parcialmente por la que actualmente subsiste, en el siglo XVII, con motivo de una visita a Granada del Rey Felipe V.

Palacio de los Leones

Palacio de los Leones

Patio de los Leones

En la Alhambra, el Palacio de los Leones marca el momento culminante de su arquitectura. Como síntesis y símbolo de su riqueza decorativa y a la vez de la significación del complejo hidráulico del recinto, se ha conservado su conocida fuente. A su función simbólica se une la utilitaria. Un complicado sistema de funcionamiento permitía mantener el agua en la fuente como una lámina. El cilindro central de la taza la abastecía y evacuaba a la vez, de forma que el agua nunca la desbordaba. Muhammad V fue el inspirador de este bello palacio construido en su segundo mandato, entre 1.362 y 1.391, pues había sido derrocado tras apenas cinco años en el poder. Con él se alcanza la etapa de apogeo del sultanato nazarí, de cuyo desarrollo artístico en cierto modo el Palacio de los Leones supone la síntesis de todos sus estilos. El esquema estructural del Palacio de los Leones responde al tradicional de la vivienda hispano-musulmana, es decir, en torno a un patio central a cielo abierto que sirve de eje a la vida familiar, se distribuyen las habitaciones polivalentes, con planta baja y al menos, una planta superior o algorfa.

Patio de los Leones

Patio de los Leones

Patio de los Leones

Fuente de los Leones

Patio de los Leones

El Patio adopta un esquema de crucero, con fuente central, del que se encuentran precedentes y consecuentes tanto en la España musulmana como en el resto del mundo islámico. La perfección proporcional y visual que añade al patio la arquería corrida en todo su perímetro, lo ha convertido en uno de los ejemplos arquitectónicos más universales y admirados. Tal vez por ello ha venido sufriendo a lo largo del presente siglo una viva polémica, sobre si sus cuatro parterres, marcados por los brazos del crucero, estuvieron pavimentados originalmente o fueron jardines bajos, a un nivel inferior al de andenes y galerías. Existen ejemplares de ambas tipologías, que en cualquier caso no afectan a la grandiosidad y originalidad del Patio.

Sala de las Dos Hermanas

La Sala de Las Dos Hermanas debe su nombre a dos grandes losas gemelas de mármol que se encuentran en el piso de la sala. Esta sala era el centro de una serie de habitaciones que servían de residencia a la Sultana y su familia real, y se sabe que la madre de Boabdil vivió aquí con sus hijos, tras ser repudiada por Muley Hacén. Construida por Mohamed V la sala es cuadrada y tiene alcobas con techos de lazo que comunican con las Habitaciones de Carlos V y, a través de un balcón, con los Jardines del Partal. La entrada a la sala se realiza a través de un arco semicircular festoneado, que conserva las puertas de madera originales. A través de un pasadizo podemos llegar a los aposentos altos, con techos labrados en el siglo XVI. A la cámara del mirador se accede a través de tres pequeños arcos, con mocárabes en los arcos laterales y albanegas labradas en el central. El pavimento de la sala, de mármol, posee una pequeña fuente con surtidor y un canalillo que conduce el agua hasta el patio de los Leones. El elemento más impresionante de la sala, por su belleza y perfección, es la cúpula de mocárabes que encontramos en su techo, en la que la iluminación ha sido perfectamente estudiada, mediante la abertura de ventanitas laterales, convirtiendo la cúpula en una preciosa flor de una riqueza exquisita, que Ibn Zamrak ya dejó recogida mediante un poema del que podemos encontrar un fragmento sobre un zócalos de azulejos, con irisaciones metálicas. Las paredes de la sala están cubiertas de unas finísimas yeserías con diversos temas, entre los que podemos encontrar tanto el clásico lema de los nazaríes «Sólo Dios es vencedor» como, por ejemplo, unas manos cerradas.

Sala de los Abencerrajes

La Sala de los Abencerrajes se encuentra situada frente a la Sala de Dos Hermanas, y su nombre se debe a que la tradición popular asegura que en esta sala fueron degollados los caballeros Abencerrajes, aunque los autores no se ponen de acuerdo sobre qué monarca ordenó su ejecución. De hecho, existe una mancha de óxido que cubre parte de la pila de mármol del centro de la sala, que la superstición presenta como una mancha de sangre de dichos Abencerrajes. La entrada a la sala presenta dos arcos separados por un corredor que comunica con el piso alto, a la izquierda, y con el vestíbulo de la entrada primitiva al palacio, a la derecha. El cuadrado central de la sala posee alcobas en sus laterales, con arcos decorados de manera exquisita, cuyas columnas poseen capiteles azules, y techos con pinturas. Las paredes presentan cubiertas de yeserías y un zócalo de azulejos del siglo XVI, de estilo renacentista. Sobre ocho trompas de mocárabes encontramos una magnífica cúpula también de mocárabes. En estas trompas podemos leer la siguiente inscripción: «No hay más ayuda que la que viene de Dios, el clemente y misericordioso». Las ventanas situadas en el comienzo de la cúpula dejan pasar una luz tenue que ilumina sus mocárabes, dándole un aspecto mágico.

Sala de los Reyes

La Sala de los Reyes es el gran espacio áulico y emblemático del Palacio de los Leones. Lugar de reposo y tertulia, se estructura en torno a un gran vestíbulo, de más de 30 metros de longitud, que servía de escenario para las más variadas recepciones y representaciones festivas. El espacio se encuentra dividido en tres alcobas de planta cuadrada, rematadas con cúpulas de mocárabes que sobresalen de la cubierta general a semejanza de linternas -otro elemento característico de la arquitectura nazarí-. Estas salas se ven fraccionadas perpendicularmente por grandes arcos dobles de mocárabes. Las tres falsas bóvedas albergan pinturas sobre cuero de rica iconografía profana. El estilo se corresponde con el gótico lineal en el abundante empleo de la línea y el dorado, responde también a los caracteres de la pintura trecentista: tanto en los rasgos de los personajes representados como en algunas indumentarias de tipo florentino. El conjunto se debe a artistas cristianos conocedores del mundo musulmán, en donde se mezclan la estética italiana con la islámica, poniéndose de manifiesto la influencia del taller toledano como base de la amistad existente entre don Pedro I de Castilla y Muhammad V de Granada. En las bóvedas laterales, parecen representarse las escenas secuenciales de un relato novelesco medieval, en el que unos caballeros, claramente identificados por sus ropas musulmanas y cristianas, realizan diversas pruebas para obtener los favores de una dama. La historia, que comienza en la bóveda izquierda, puede tener su desenlace en la bóveda de la derecha, sucediéndose distintos episodios como la cacería de animales salvajes, el juego del ajedrez o la justa entre caballeros. Todas las escenas se desarrollan entre una extraordinaria representación de la naturaleza: aves y animales silvestres en movimiento entre una profusa vegetación y arboleda.

Sala de los Reyes

La Sala de los Reyes recibe su nombre precisamente por los diez personajes enigmáticos que aparecen en la bóveda de la alcoba central, que fue considerada impropiamente desde antiguo como la representación de los sultanes más destacados de la dinastía nazarí; incluso la sala fue llamada hasta el siglo XIX Sala de la Justicia, al interpretar las figuras como jueces reunidos en Tribunal. Lo que sí parece cierto es que la escena representada debía ser muy parecida a la que tenía lugar habitualmente en la estancia: una reunión de notables, con la presencia del Sultán o de destacados miembros de la Corte. Los personajes, cuyas facciones corresponden a hombres venerables de aspecto occidental, se muestran sentados a la manera tradicional, en animada conversación, con gestos de movimiento. Sus vestidos son de ceremonia como atestiguan las espadas que portan, los correajes y el característico turbante nazarí.

Cúpula del Mirador de Lindaraja

Mirador de Lindaraja

El mirador de Lindaraja es un cuarto de reducidas dimensiones que fue lugar de esparcimiento de la favorita del sultán. Su nombre proviene de la descomposición de las palabras árabes que la forman: “Lin-dar-Aixa”, que quiere decir, “Casa de la Sultana”. Es, por su exquisitez y belleza, una de las estancias más espectaculares de la Alhambra. Tiene una hermosa cúpula de madera con cristales de colores incrustados que, al ser traspasados por el sol, colorearían las paredes. Todos los zócalos de alicatados están aquí formados por pequeñísimos aliceres (pequeñas piezas de barro vidriado). En el remate del que cubre las jambas del arco se encuentran estas espléndidas inscripciones en cerámica negra, pero incrustadas en fondo blanco, alusivas a Muhammad V. Son, sin duda, las más laboriosas y finas de todo el Palacio de los Leones, obra maestra del arte musulmán. La vista de la ciudad se perdió cuando el emperador Carlos V mandó construir un pabellón anejo a la sala en 1.526 que rodea completamente el mirador. Afortunadamente, y para paliar el mal hecho, luego mandó plantar el jardín, que realmente es un patio, que queda justo debajo del Mirador de Lindaraja y que se conoce como el Patio de Lindaraja.

Placa de  Washington Irving

Mirador

Las habitaciones con las que nos encontramos ahora son muy distintas, más austeras. Estas habitaciones se levantaron sobre los jardines que rodeaban el alcázar, y estaban comunicadas con el resto por la Galería de la Reja. Se concibieron como alojamiento de Carlos V mientras se terminaban las obras de su palacio, pero no llegó a habitarlas. Están compuestas por seis salas. Hay cuatro salas, situadas al norte del jardín de Daraxa, a las que se conoce como las habitaciones de Washington Irving, ya que fueron habitadas por el escritor estadounidense en 1.829, durante su visita a Granada. En 1.828 escribió una de las primeras  y más importantes obras de la literatura americana: “Los Cuentos de la Alhambra”.

Jardín de Daraxa

Jardín de Daraxa

El jardín de Daraxa, llamado también de los Naranjos y de los Mármoles, se levantó entre 1.526 y 1.538, al tiempo que se construían las habitaciones de Carlos V, en los jardines que ya existían entre el alcázar y la muralla. En el jardín podemos encontrar cipreses, acacias, naranjos y arbustos de boj, rodeando la gran fuente central de mármol, decorada en su borde con una poesía.

Salida de los Palacios Nazaríes

Plaza de Carlos V

Plaza de Carlos V

Una vez fuera de los Palacios Nazaríes nos encontramos de nuevo en la calle Real de la Alhambra.

Puerta de los Carros

Puerta de los Carros

Descendemos unos pocos metros para encontrarnos con la Puerta de los Carros. La mayor transformación de los accesos al Recinto Monumental se realizó en tiempos de Carlos V cuando se amplía y reforma la Cuesta de Gomérez realizándose tanto la Puerta de las Granadas, como el Pilar de Carlos V además, la reconstrucción, del Bosque de la Sabika. Para la realización de las obras del Palacio de Carlos V se necesitaba trasladar hasta la explanada que este ocupa los materiales para su construcción, ya que las puertas existentes no estaban pensadas para la entrada de carros cargados con las columnas y sillares usados en su construcción. Para ello se realizó la Puerta de los Carros, a la que también se la llamó Puerta del Carril, a comienzos del siglo XVI, entre los años 1.526 y 1.536, realizando un hueco en la muralla, en las cercanías de donde se encontraba una antigua torre y un camino, con una rampa, más suave y cómoda, que partía desde la base de la Torre de las Cabezas. Actualmente, sigue manteniendo su función para acceder a la Placeta de Carlos V y es el único lugar por donde se accede en vehículo, únicamente taxis y vehículos autorizados, al interior del recinto monumental. Carece de elementos decorativos, salvo un pequeño escudo de los Reyes Católicos, en la zona alta y en el centro del mismo, tallado en mármol con la inscripción: “Real Fortaleza de la Alhambra”.

Terminamos así el recorrido por la Alhambra. Si decide la visita le aconsejo contratar una visita guiada que le indicará donde está y qué es lo que está viendo. Esas visitas tienen una duración de unas tres horas y media con un descanso. También hay alquiler de audioguías.

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