martes, 26 de mayo de 2020

La Lanzada, La Toja y las bateas

En una esquina de la playa más grande de Galicia (Playa de La Lanzada) en uno de los salientes hacia el mar, se encuentra la ermita de Nuestra Señora de la Lanzada. La capilla-ermita de Nuestra Señora de la Lanzada constituía, junto con la torre medieval (enclave defensivo para relacionar con la Torre de San Sadurniño de Cambados y las Torres del Oeste de Catoira), y la necrópolis bajorromana, la Fortaleza de La Lanzada, de la que se tienen noticias desde el siglo X. GPS: 42.429004, -8.873667


La ermita es de estilo románico, de comienzos del siglo XIII. Se compone de una sola nave y ábside semicircular, a distintas alturas. En el exterior destaca al oeste la puerta principal adintelada con tímpano y rosetón trifolio, al sur la puerta semicircular que define el acceso lateral y la saetera, mientras que al norte y al este destacan sus saeteras. En cuanto al ábside semicircular, sobresalen las cuatro columnas a modo de contrafuertes exteriores y las ventanas más recientes abiertas en el muro. La cubierta, de teja romana, se tilda con tres cruces de piedra de distintos estilos y formas.


En el interior podemos observar que la ermita se divide en nave y ábside, y como principal atractivo destaca la figura de Santa María, abogada de la fertilidad, festividad que se celebra todos los años el último domingo del mes de agosto.


En la noche del sábado acuden cientos de mujeres que desean acabar con su infertilidad, para ello deben someterse al baño de las nueve olas en la medianoche. Al amanecer han de acudir por la ermita y deberán barrer el suelo para deshacer todo tipo de meigallos y males de ojo y seguidamente realizar la ofrenda a la Virgen. Después de la misa se realiza la procesión, donde la Virgen es vestida con sus mejores galas. Existe otra leyenda de fecundidad que consiste en colocar ofrendas florales en la llamada “cama de la Virgen”, que es una roca que se encuentra en la rompiente de la ermita. Antiguas leyendas aseguran la existencia de antiguos túneles que comunicaban la costa con las islas Ons.


La torre de la Lanzada corresponde a los restos de un castillo de origen medieval, construido por los merinos de Iria Flavia en el Salnés para la defensa de la archidiócesis de Santiago de Compostela de los ataques normandos. Es junto a la ermita el último vestigio de un castillo datado en el siglo X (alrededor del año 960), construido sobre los restos de un antiguo faro fenicio o romano. Del antiguo castillo hoy en día solo se conserva esta torre y la ermita románica. Hace algunos años se realizaron obras en el recinto que afectaron gravemente su integridad, perdiéndose los vestigios que quedaban de la muralla y tapándose con uno nuevo el antiguo puente de comunicación con el castillo, originalmente levadizo.


El concejo de O Grove se encuentra unido al continente por uno de los más grandes arenales de Galicia, la playa de A Lanzada. Su longitud asciende a más de 2 km y sobre él se ha formado un complejo dunar e intermareal sin igual en las Rías Baixas. Forma parte del Complejo Intermareal Umia-O Grove y cuenta con protección especial para su fauna y su flora, así como todo el ecosistema dunar.


La Isla de La Toja se encuentra en el concejo de O Grove (Pontevedra) unida por un puente. Durante el Siglo XVIII la isla de La Toja era aún desconocida para los vecinos de O Grove, principalmente debido a que las aguas del océano Atlántico que la rodeaban y las plantas del tojo (de donde la isla obtiene su nombre) dificultaba el acceso. Por ellos cobra sentido lo que ciertas leyendas relatan, que el primer colono fue ¡un burro! Su dueño lo había abandonado ya que el animal se encontraba en un lamentable estado de salud pero para su sorpresa, al regresar lo encontró más fuerte que nunca. Las propiedades de las aguas termales y los lodos propios de la isla lo habían revitalizado. GPS: 42.483316, -8.850775


En 1841, el botánico Antonio Casares confirmaba lo que el burro ya había descubierto. El químico y farmacéutico gallego encontró metales como: calcio, hierro, magnesio o sodio. Unido a temperaturas entre 30 y 60 grados centígrados convertían en las aguas en el lugar ideal para curar ciertas enfermedades. El propietario conocido como el marqués de Riestra lo tuvo claro, allí había la posibilidad de negocio. Un año después obtuvo una autorización para abrir el primer Balneario construido en la isla.


El éxito del Balneario y del Hotel, en parte, fue gracias a la construcción de un puente que facilitaba el acceso, que hasta aquel momento solo era posible andando con bajamar o en barco. Es digno de mención que el viaducto era el más largo del viejo continente, con casi 300 metros de largo, que se había construido hasta entonces.


En 1907, tras la inauguración del Gran Hotel de La Toja y el Casino, para facilitar el acceso al mismo a sus por entonces ilustres huéspedes (Los hermanos Rockefeller, Henry Kissinger, los Reyes de España, Ortega y Gasset o Gabriel García Márquez entre otros) se proyectó la construcción de un viaducto que uniese la costa de O Grove con la Isla de La Toja. Esta distancia de menos de 500 metros suponía todo un reto para los ingenieros de la época y desde luego toda una hazaña en el mundo dados los avances del momento.


Pronto su negocio tuvo que dar un paso más. Cada vez que los grandes celebridades de la época iban al balneario quedaban muy satisfechos y revitalizados físicamente. Pero, obviamente debían volver a sus residencias y obligaciones cotidianas. Para solucionarlo, el marqués de Riestra se le ocurrió la brillante idea de comercializar las sales de La Toja. Así, los visitantes disfrutaban de las propiedades medicinales de la isla en cualquier momento. Y en 1904 la compañía sacó al mercado los primeros jabones.


Durante la Guerra Civil Española, el Gran Hotel fue convertido en un hospital de sangre. Y en la posguerra, refugio para los heridos de aquella guerra. Tiempo después el hotel pasa a manos de Pedro Barrié de la Maza que intenta revivir aquel proyecto y construye el casino en 1987, hace las primeras reformas importantes en el hotel y traslada la fabricación de los productos La Toja para A Coruña.


En la isla hay varios hoteles, balneario, talaso, campo de golf, casino, tiendas y hasta un pequeño puerto.


La Isla de la Toja tiene también una curiosa ermita, la Ermita de San Caralampio. A simple vista y a la distancia puede parecer una bonita capilla más, sin embargo, al acercarte verás que todos los muros están cubiertos de conchas de vieiras. El blanco rosado de sus paredes se debe al color de estas conchas que bajo el sol brillan y por la noche, bien iluminadas, despiden un brillo nacarado. Si bien la ermita está consagrada a San Caralampio y a la Virgen del Carmen, también se la conoce como la ermita de San Sebastián, aunque los lugareños se aferran a la primera versión. Algunos visitantes dejan sus nombres escritos en las conchas en su mayoría con mensajes de amor.


Desde O Grove podemos subirnos a uno de los catamaranes que hacen las diferentes rutas por la ría de Arousa y vivirla de primera mano. Una interesante experiencia que consiste en navegar entre bateas y conocer de cerca todo el trabajo que en ellas se realiza al mismo tiempo que degustamos unos deliciosos mejillones y un vino Albariño.


Las bateas o mejilloneras, son estructuras para el cultivo de bivalvos propias de las rías gallegas. De esas grandes plataformas de madera cuelgan maromas en las que se cría uno de los mayores tesoros de las rías: las ostras y los mejillones. Los imponentes barcos “bateeiros” levantan con sus grúas las pesadas sogas cargadas de moluscos; es un espectáculo verlos faenar.


El sistema de cultivo tradicional del mejillón en Galicia es a través de las bateas, un diseño autóctono que es el de mejor rendimiento de los conocidos, y que logró convertir a Galicia en líder europeo de producción. En la superficie total existente en las cinco rías forman un total de 47 polígonos en los que se distribuyen un total de 3.337 bateas.


La batea es un vivero flotante constituido por un entramado de madera de eucalipto, de forma más o menos rectangular, sobre el que se atan las cuerdas de mejillón. La batea se mantiene suspendida mediante un sistema de flotadores. En los meses de diciembre a abril, los bateeiros saltan a las rocas más batidas del litoral para recoger la semilla utilizando rasquetas. Además, donde las condiciones oceánicas y ambientales en general son favorables, la recolección de la mexilla se realiza también mediante cuerdas colectoras especialmente diseñadas para que las larvas de mejillón se adhieran. Las cuerdas colectoras se cuelgan en la batea en los meses de marzo a junio, época de desove, momento en el que se adhieren las larvas que, con el paso del tiempo, se convertirán en mejillón.


La semilla de un tamaño de 1-2 cm se lleva a la batea o al barco y se procede a la confección de las “cuerdas de mexilla”. La mexilla se envuelve sobre la cuerda con la ayuda de una fina red biodegradable de rayón, dándole al mejillón el tiempo suficiente para que se embise sobre la cuerda. Esta operación se hace bien manualmente o mediante máquinas especialmente diseñadas para ese fin, las encordadoras. Después de 4 á 6 meses en el mar, cuando el mejillón alcanza los 4,5 o 5,5 cm, se procede al izado de las cuerdas de mexilla. Debido al considerable aumento de peso del mejillón, se hace necesario el desdoble de las cuerdas, esto es, la confección de nuevas cuerdas de densidad menor. Con este desdoble se facilita el crecimiento del mejillón, además de evitar su desprendimiento de las cuerdas. Por «cada cuerda de mexilla” se obtienen entre dos o tres “cuerdas de desdoble” que se echan al mar hasta su comercialización. Después de aproximadamente un año, el mejillón de desdoble alcanza la talla comercial (75-95mm). Las cuerdas son retiradas del agua con la ayuda de la grúa e izadas al barco.



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