viernes, 8 de mayo de 2020

Pompeya

Pompeya era una ciudad romana de pequeño tamaño situada en Campania, una fértil región al sur de Italia y cerca de Nápoles. Fue enterrada por una violenta erupción del Vesubio el 24 de octubre del año 79 d.C, Buena parte de lo que fue Pompeya continúa enterrado, se calcula que un 40% y se sigue trabajando. Es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. GPS: 40.749373, 14.480795


Entrada a Pompeya por la Puerta Marina. El ingeniero militar español Roque Joaquín de Alcubierre viajó a Italia para trabajar en las obras relacionadas con el palacio real de Portici. Pero su inquietud cultural le llevó a comenzar la búsqueda de tesoros antiguos en la península itálica. Excavó pozos y túneles subterráneos hasta que dio con el teatro de Herculano, otra de las ciudades sepultadas por la erupción del Vesubio. En 1748 las excavaciones prosiguieron en el área circundante hasta que Alcubierre creyó haber encontrado la ciudad de Estabia. Pero en una de las lápidas se podía leer: Res Publica Pompeianorum. La ambición de Alcubierre no concluiría con Pompeya y siguió excavando hasta hallar los restos de Estabia, Cumas, Sorrento, Mercato di Sabato y Bosco de Tres Case. Murió en Nápoles el 14 de marzo de 1780.


Una vez que se entra en Pompeya lo primero que se puede ver es el Foro que en su día era la plaza principal de la ciudad romana. Se trataba de una gran plaza monumental, centro neurálgico de la vida política y religiosa de Pompeya donde se concentraban los principales monumentos, con edificios religiosos y de la administración pública. Accederás a un gran espacio abierto donde los numerosos restos de columnas te indican la importancia de los monumentos que albergaba en el siglo I d.C., cuando se produjo la erupción del cercano Vesubio.


Entre estos restos, y en concreto en una zona central de la plaza,  puedes ver los del Templo de Júpiter, Juno y Minerva. Levantado en el siglo II a.C., en la actualidad se conservan su elevada plataforma y la escalera principal, además de algunas columnas.


Entrada al Edificio de Eumachia. Eumaquia fue una sacerdotisa pública y matrona de Pompeya. Con su riqueza construyó este edificio. Se cree que pudo servir como sede para el gremio de sastres y tintoreros, aunque algunos arqueólogos debido a que las estancias que daban al patio interior tenían barrotes, creen que podía ser un mercado de venta de esclavos.


Pompeya conserva su pavimento original, con grandes losas de piedra de volcánica basáltica, de forma irregular, que van encajando entre sí. En algunos casos podemos ver el equivalente a nuestros pasos de cebra, tres grandes bloques de piedra colocados atravesando la calle para poder cruzarla saltando por ellos. También es peculiar ver cómo las huellas de los pequeños carros que podían entrar en la ciudad se han conservado a modo de un surco erosionado sobre la calzada. Es la llamada Vía de la Abundancia.


Una de las zonas que más llaman la atención es el edificio conocido como los Graneros del Foro. Cuando se produjo la erupción el edificio no estaba construido por completo, pero ya era utilizado como mercadillo de frutas y hortalizas. Este edificio de grandes soportales es utilizado en la actualidad como un gran almacén donde se acumulan y muestran gran cantidad  de restos arqueológicos encontrados en Pompeya.


Además de ánforas y diversos elementos decorativos, sobre todo te van a llamar la atención las figuras humanas creadas con el vaciado de víctimas de la erupción. Entre estas figuras, además de las humanas, una que posiblemente te impacte es la figura de un perro en posición retorcida por los efectos de la erupción.


El arqueólogo Llorenç Alapont explica cómo se hicieron estas copias de los pompeyanos. “Las personas, los animales y las plantas quedaron cubiertos de ceniza. Con la lluvia, el fango y la ceniza se creó una especie de arcilla que se endureció con el calor de la lava que la cubrió posteriormente. Una vez que la materia orgánica se descompuso, quedó en este material un espacio vacío con la forma de los seres que estuvieron allí sepultados”, expone.


En el siglo XIX, a Giuseppe Fiorelli, que entonces era director de las excavaciones, “se le ocurrió la idea genial de rellenar ese espacio vacío con yeso. Después fue retirando la arcilla que cubría el yeso y así obtuvo un negativo de la imagen de la persona, el animal o la planta que allí pereció”, señala. Alapont aclara que en el interior de los calcos están los esqueletos de las personas, de los animales o los restos orgánicos de las plantas.


El Odeón o Teatro Pequeño, tenía una capacidad de 1.300 asientos, estaba techado y cerrado. En el interior se representaban espectáculos musicales y recitales de poesía. Fue realizado pocos años después de la conquista de Pompeya por parte de Lucio Cornelio Sila, es decir, entre el 80 y el 75 a. C.



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