miércoles, 8 de julio de 2020

Ruta de las Cetáreas

La Ruta de las Cetáreas (Cetarias) se encuentra en La Guardia (Pontevedra) y permite recorrer la costa y conocer las cetáreas que aún se conservan a lo largo de 4.6 km, comenzando en el sur de la zona portuaria y terminando en el norte, casi en el límite con el vecino municipio de O Rosal. GPS: 41.919195, -8.883449


Hoy en día las modernas cetáreas, ahora llamadas viveros de marisco, no necesitan estar junto al mar pues las nuevas técnicas permiten la creación de espacios particulares para el desarrollo de las especies que en ellos crecen. Pero hace décadas la realidad era bien distinta y por eso era necesario aprovechar el agua del mar para el sustento de las especies marinas que en las cetáreas se criaban.


Una de las especies de mayor valor culinario era la preciada langosta que era exportada a diversos puntos de la Península. Por eso en el litoral atlántico de La Guardia existen restos de varias de estas construcciones que ahora ya son centenarias.


Una de ellas es la cetárea de A Redonda (llamada así por su forma) que da nombre a la Cala da Cetárea en dónde se localiza. También era denominada como Laxe da Can. Data de finales del siglo XIX (1895) y para su construcción era necesario esperar a la bajamar pues no podían ser accesibles cuando la marea estaba alta. Originalmente ocupaba una extensión de 536 metros cuadrados y el granito de buena cantería era el material principal que era reforzado con cementos de la época. La fuerza del mar causaba grandes y frecuentes destrozos en sus muros de forma muy habitual.


Su funcionamiento era muy simple ya que durante la pleamar el agua del mar entraba en el recinto cerrado para luego salir durante la bajada de las mareas. Así se conseguía mantener vivos los crustáceos como langostas, lubrigantes, bueyes de mar, nécoras, centollas e incluso camarones.


A pesar de que La Guardia está bastante alejada de las principales ciudades gallegas, las mejoras en las comunicaciones realizadas bien entrado el siglo XX, que también fue el momento de máximo apogeo de estas cetáreas, le permitieron convertirse en un lugar de referencia con un marisco de inigualable calidad y sabor. La demanda de los productos almacenados en las cetáreas provenía de todos los rincones de España. Una red de transportes con trenes y camiones permitió que las langostas llegasen a diferentes puntos de la península en buen estado para poder disfrutarlas, otorgando una gran reputación a su lugar de origen.


La cetárea de Altiña fue levantada en 1902 y estuvo en activo hasta 1977.


Es la más peligrosa, ya que pocas veces quedaba totalmente al descubierto con la marea. Tenía 1000 metros cuadrados y espacio para albergar más de 20.000 langostas, estando dotada con tanques de cría.


Los mariscos de estas cetáreas viajaban cientos de kilómetros por tierra para ser sacrificados en los mejores restaurantes. El agotador trabajo en las cetáreas no terminaba cuando sacaban las langostas y bogavantes para venderlos. Para cobrar, las piezas debían llegar vivas a su destino después de recorrer cientos de kilómetros en tren. Protegerlas bien entre helechos y hielo era vital. De esto dependía que el duro esfuerzo no fuese en vano.


Esta costa no deja indiferente a nadie, es agreste, golpeada continuamente por vientos y con una belleza espectacular.


Por aquí podemos encontrar pías. Las pías, o pilancones son cavidades que se han creado en la roca por la meteorización química del agua que va disolviendo los materiales más "débiles" en los planos horizontales o ligeramente inclinados, profundizando hacia abajo.


Como estamos con marea baja podemos ver muchas estrellas de mar.


Y muchos mejillones pegados a las rocas. Estos son el alimento principal de las estrellas de mar que al bajar la marea quedan atrapadas entre las rocas. Los mejillones hembra son capaces de incubar aproximadamente 10.000.000 de huevos de los cuales serán fecundados todos y cada uno de ellos debajo del agua.


Una de las partes de los moluscos es la causante de adherirse a las rocas con muchísima fuerza y es la denominada “barbas” (biso). Contienen unas sustancias cubiertas de proteínas ricas en aminoácidos llamadas dopa causantes de la creación de una especie de pegamento que las une y casi fusiona con la vegetación marina. Son capaces de resistir fuertes mareas y golpes de las olas así como el ataque de muchos depredadores.



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